martes, 22 de diciembre de 2009

La Carta al Presidente.....de la Corte

Honorable Magistrado
NILSON PINILLA PINILLA
PRESIDENTE DE LA HONORABLE CORTE CONSTITUCIONAL
Bogotá D.C.-



Reciba un cordial saludo de un colombiano del común, con sueños y esperanzas, consciente de que somos un país con muchas cualidades que tenemos desaprovechadas. Un colombiano orgulloso de García Márquez, de Shakira y de Carlos Vives. Un colombiano que sufre con la eliminación de la selección Colombia pero se resigna a que en cuatro años tengamos otra oportunidad.

No se cómo acceder a su despacho para manifestarle una opinión personal, que al tenor de las encuestas y de las manifestaciones públicas, también podría ser una opinión nacional, sin dejar de lado que existen opiniones contrarias, las cuales se respetan así no se compartan, de ahí que seamos un país donde la libertad de expresión es una garantía para todos los actores políticos y sociales.

Si bien nuestra Carta Magna, la que usted domina y conoce del preámbulo a los transitorios, expresa que nadie podrá ser elegido para ocupar la presidencia por más de una vez, también registra que la Constitución podrá ser reformada por voluntad del pueblo y de igual forma expresa que la soberanía reside exclusivamente en el pueblo.

Básicamente lo que quiero expresarle, es que bajo estos preceptos constitucionales, el país se encuentra ante un acontecimiento histórico, que la Honorable Corte Constitucional, que usted preside con transparencia y objetividad, debe trasladar al electorado, al pueblo, a los colombianos del común. Sería una irresponsabilidad histórica, asumir un papel que le corresponde a los ciudadanos colombianos.

La Corte Constitucional tiene un privilegio histórico de evitar caer en la tentación de hacer política con un fallo tan trascendental como el que tiene que decidir.

Honorable Magistrado, la independencia de poderes es absoluta en este país y el que primero la acata y la defiende es el señor Presidente de la República. Ahora bien, será la Corte la encargada de demostrar que también respeta esa independencia y emitirá un fallo transparente, honesto y sobre todo con sentido patriótico.

No obstante de la independencia con la que debe obrar la Honorable Corte Constitucional, sería conveniente recordar cómo a partir del 2002 la historia reciente de nuestro país se dividió en dos. Un periodo en el que el Estado estuvo maniatado por diversas amenazas, como la guerrilla, el narcotráfico, las autodefensas ilegales y la mutación de éstos tres fenómenos en el narcoterrorismo. Era un país en el que la esperanza estaba confundida. Era un país en el que tan sólo por colocar un ejemplo, para los bogotanos era un riesgo bajar a Melgar a disfrutar de una piscina o ir a acampar al Neusa.

Ahora la situación es diferente y usted, que es un colombiano del común, hecho a punta de esfuerzo, de dedicación, lo sabe muy bien.

Siete años después vivimos otra realidad. Sigue habiendo problemas, porque pasar del “Estado Colapsado” como lo definieron muchos analistas, a un paraíso es una tarea muy difícil. Pero poco a poco se ha iniciado el tránsito de un estado a otro.

Señor Presidente, enumerar cifras de logros o desaciertos es una tarea que se le debe dejar a analistas tanto de un lado como del otro. Yo sólo quiero decirle, que como yo, existen muchos colombianos que hoy vivimos en un país mejor, en un país donde la esperanza está viva. Donde el miedo se ha ido extinguiendo, al punto que hoy se reclama y se cuestionan aspectos que antes se daban por hechos normales.

Hoy nos duele la muerte de cualquier ciudadano, antes dábamos gracias a Dios de que no fuera un familiar nuestro. Hoy nos duele ver el desempleo rondando el 11 o 13%, antes pensábamos que el 20% era una cifra buena para el contexto regional. Hoy vivimos diferente y eso ha sido gracias al Presidente Álvaro Uribe Vélez.

Doctor Pinilla: En sus manos y en la de sus colegas magistrados está el futuro de Colombia. Por favor, permítale al pueblo que decida mantener viva la esperanza de vivir en paz, de vivir mejor.

Gracias, cordialmente

Un colombiano del común.

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